domenica 30 ottobre 2011

Chile, la anti-democracia o una dictadura legalizada. Mantienen la violación de los derechos fundamentales del pueblo

Esta noticia y las que están en la dirección de una búsqueda en Página 12 (periódico argentino http://www.pagina12.com.ar/buscador/resultado.php?q=Juicio+a+astiz ) permiten ver el juicio a muchos asesinos de lesa humanidad. Esto contrasta con las promesas de indulto que hiciera el presidente Piñera como candidato a los criminales del mismo tipo en Chile (¡y que sí cumple en detalle!) Y muestra la enorme diferencia para con sus "promesas de justicia transparente y equidad" pre-electorales. Sobre estas últimas sólo se responde con mentiras y represión obscena, como lo atestiguan los asaltos contra los estudiantes y comunidades mapuche. Ayer hemos visto en televisión como las huestes de la policía militarizada, con su brutalidad tradicional e injustificable golpearon brutalmente a los jóvenes que pedían desde el lecho del río Mapocho, sin causar desorden alguno, una educación con equidad y calidad para todos. Una menor de 14 años fue hospitalizada en el hospital pediátrico con sangramientos vagonales por la brutalidad utilizada.

La dirección internet en Página 12 muestra un criminal como Astiz, que fuera el ángel de la represión y que fue defendido por sus jefes militares, al mismo estilo que los que acá que piden amnistía para los equivalentes chilenos que han asesinado sin justicia. El que recientemente negara el asesinato en Santiago de un estudiante, el menor Manuel Gutiérrez, ese Capitán Gajardo, con historia personal de crímenes de lesa humanidad, ya goza de buena salud, excelente jubilación y, sin duda, recibirá la protección y apoyo que ya hemos visto en otros casos... Algunos de ellos son hasta "sostenedores" de colegios... El Chile oficialista, en sus diarios que mienten y acusan de terroristas a nuestros jóvenes justifica esta represión para la que azuzan a sus "exterminadores" organizados, y en casi 40 años nunca ha tenido un gesto de democracia o de justicia. A los opositores, como los mapuche o los jóvenes de los llamado Casos Bomba, que han sido detenidos y juzgados mediante la ley anti-terrorista (de Pinochet y "mejorada" en la reforma de Lagos") el Estado y gobierno, sólo los puede acusar con montajes y condenar en forma inmoral. Usan el mismo lenguaje soez del pasado dictatorial, para verguenza nacional, y piden aumentar la represión y la humillación de nuestros jóvenes, trabajadores, profesores y pueblos indígenas. Debemos aprender de Argentina (y de Uruguay que acaba de rechazar la impunidad de los criminales contra la humanidad) que los Derechos Humanos no son moneda de cambio ni instrumentos para negociar. Argentina nos muestra, una vez más, de que es posible hacer justicia, pese a haber tenido una dictadura tan atroz -o peor- que la chilena.

Por mucho que veamos la arrogancia de los enriquecidos en dictadura o dictablanda, los Derechos Humanos no son acciones bancarias ni tarjetas de crédito: ¡Los derechos se respetan, bandidos!

Fue emocionante ver como los estudiantes uruguayos, solidarizando -como lo han hecho los mexicanos, franceses, españoles y tantos otros, incluidos los mismos chilenos de todos los rincones- le enrostraron a nuestro presidente visitante en Uruguay sus falsas razones para reprimir. Nadie le cree su perorata de que "él no puede permitir que los pobres eduquen a los ricos". Efectivamente eso sucede porque es de la pobreza de los pueblos de Chile que los empresarios han engordado... el mismo Presidente y muchos ministros incluidos en esa lista. Lo hicieron bajo el paraguas protector de la dictadura y ahora, por eso prolongan el conflicto y criminalizan a la oposición que marcha democráticamente. Vivimos una anti-democracia, esta enfermedad que se hizo crónica desde la dictadura o, para decirlo más claro: una dictadura legalizada bajo la trinidad de los poderes del Estado. Tienen terror de que en este país se respete el derecho de opinión y de protesta. Esta represión aplaudida por la prensa oficialista y por muchos alcaldes ex-represores -como en la comuna de Providencia o intendentes y ministros incapaces- resulta de una inercia de la mentira histórica que repiten sin razones ni evidencia alguna.

Un Presidente elegido sólo con 28.6% del voto potencial total electoral de Chile (4,5 millones no votaron) debería respetar la demanda nacional masiva y mayoritaria para que tengamos plebiscitos para una educación para todos, de un plebiscito para el medio ambiente, y por una Constitución legítima, decente y solidaria. La primavera de sueños posibles y necesarios que nos regala la juventud chilena y los diversos sectores que reconocen su derecho a tener derechos, a expresarse y decirlo en voz alta, como se dice en países democráticos, en este Chile represor no la van a acallar tan facilmente. Debemos contagiarnos con la pasión y las esperanzas que ponen los jóvenes día a día enfrentando al dinosaurio estatal.