Por Hector Llaitul Carrillanca
Preso Político
Mapuche CAM
1.
La refundación del Capitalismo en el
Wallmapu
El Golpe Militar constituye una
acción que tuvo por objetivo la reconquista de los intereses económicos por
parte de la oligarquía chilena e internacional, lo que afecto a los chilenos en
general y a nuestro pueblo en particular.
El despojo territorial mapuche y el
arreduccionamiento de nuestro pueblo, sobreviviente del exterminio, son
resultado de un mismo conflicto histórico de intereses en donde el golpe militar
de 1973 constituye un hito de suma importancia para la historia de nuestro
pueblo.
Sin duda con el golpe militar se
inicia una de las transformaciones económicas más importante para el Pueblo
Mapuche, a través de un proceso de contrarreforma de carácter violento cuyas
consecuencias sociales, en el plano de las violaciones a los derechos humanos,
ha sido prácticamente invisibilizado por la historia, específicamente, por las
Comisiones de Verdad y Justicia en cuyos informes jamás se habla del Pueblo
Mapuche si no sólo de campesinos.
Pero más allá de referirnos a los
atropellos que generó el terrorismo de estado en la realidad mapuche, hacemos
hincapié en lo que esto significó para nuestro pueblo en términos estructurales,
es decir, la imposición a sangre y fuego de un modelo económico neoliberal que,
hasta el día de hoy, hace estragos en el Wallmapu.
El golpe militar para el Pueblo
Mapuche constituye una nueva arremetida del capitalismo, esta vez a través del
fomento a la empresa forestal por parte del estado chileno, para lo cual se
establecen una serie de medidas, tales como, el subsidio estatal (Decreto 701),
privatización de la producción de la madera y derivados, todo esto teniendo como
base la territorialidad mapuche usurpada.
Es decir, la dictadura militar al
dejar sin efecto las asignaciones de tierras efectuadas durante la reforma
agraria, no reconstituyo el latifundio tradicional creando las condiciones
para llevar adelante un nuevo modelo económico en base a la actividad forestal,
afectando la agricultura y al campesinado, y por su puesto a las comunidades
mapuche.
Por lo tanto el Golpe de Estado da
inicio a un proceso de refundación del sistema capitalista, bajo una nueva
ideología neoliberal, que requiere de una reconversión territorial, a través de
la industria forestal, constituyéndose en uno de los mayores negocios para los
empresarios nacionales y trasnacionales, el segundo rubro exportador después del
cobre y transformando a Chile en el segundo país, en el mundo, exportador de
celulosa, con ganancias estratosféricas, para estos grupos económicos. Al mismo
tiempo la industria forestal ha ido generando las condiciones para nuevos tipos
de inversiones capitalistas como las hidroeléctricas y la minería.
De esta forma las reducciones mapuche
fueron acorraladas por estas grandes plantaciones forestales generándose con el
ello el conflicto como lo conocemos hasta el día de hoy, producto de de la
expoliación territorial para la explotación y depredación del Wallmapu. Este
análisis es lo que define, por lo tanto, nuestra postura política como
organización.
2.
Las organizaciones mapuche y su rol
en el conflicto
El movimiento mapuche actual no es el
mismo que hace 40 años atrás. Ha habido una evolución tanto en lo que ha su
concepción ideológica se refiere como al desarrollo de su práctica política. Si
bien, existe una matriz histórica de demanda territorial y justicia para nuestro
pueblo, hoy las visiones políticas del movimiento mapuche han madurado con el
aporte de las distintas expresiones y organizaciones mapuche, en especial en el
transcurso de las últimas décadas, por lo que podemos afirmar que este
movimiento ha enrielado hacia un verdadero proceso de liberación.
Al momento del golpe militar, la
dictadura se encontró con un movimiento mapuche permeabilizado por las distintas
agrupaciones de izquierda que bregaban por un proyecto de emancipación desde sus
concepciones teóricas y prácticas, razón por la cual la realidad mapuche era
parte de una visión campesinista y en alianza con el proletariado. Es en este
contexto, es que muchas comunidades se movilizaron, pero no desde una
integralidad socio cultural e ideológica mapuche, sino más bien como apéndice de
la izquierda tradicional o revolucionaria.
La represión generalizada impuesta en
todo Chile, también afecta a las comunidades movilizadas razón por la cual
muchos militantes mapuche de izquierda fueron asesinados y/o desaparecidos. De
esta forma las reivindicaciones mapuche estuvieron apoyadas en el devenir del
movimiento social y político chileno en una clara dependencia ideológica, así
se comprende que con las protestas de los años ochenta comiencen a resurgir las
demandas mapuche las que tuvieron como referente a los centros culturales y con
posterioridad Ad Mapu y Newen Mapu.
Es recién, a partir de los noventa,
como parte de una reemergencia de los pueblos originarios a nivel continental,
que resurge el tema mapuche con otras características, más centrado en lo
propio, en su realidad social y cultural. Es en el contexto de los 500 años que
surge en Chile un nuevo discurso, donde cumple un importante rol el Consejo de
Todas las Tierras reposicionando la lucha mapuche en una dimensión integral.
Pero es sin duda la aparición de la CAM la que marca un antes y un después, de
la lucha mapuche actual, en términos ideológicos y de praxis, realizando
definiciones anticapitalistas, pero a partir de la propia cosmovisión mapuche,
así mismo instala una nueva forma de hacer política fuera de los marcos de la
institucionalidad. Un quehacer político autónomo, desde la realidad mapuche y
en confrontación con el sistema y el estado capitalista. Configurando las
condiciones ideológicas y políticas para la sustentación de un proceso de
liberación propio.
3.
La restitución de
tierras
Al realizar una mirada retrospectiva
de estos últimos 40 años, teniendo como referencia el golpe militar y el quiebre
que este significó, se hace necesario analizar también las distintas formas de
restitución territorial de parte del Estado chileno hacia el Pueblo Mapuche,
partiendo de la base que ninguna política a dado una respuesta efectiva e
integral a la reivindicación histórica como Pueblo Nación Mapuche, es decir, la
restitución de nuestro territorio ancestral.
La restitución de tierras
efectuada durante los últimos gobiernos democráticos anteriores a la Dictadura,
en especial, en el corto gobierno de Allende, en el cual se expropiaron cerca de
3 millones de hectáreas, correspondiente al 70% de todo el proceso de Reforma
Agraria, dicta mucho de lo que ha sido la política de entrega de tierras de los
gobiernos neoliberales de la Concertación y la Alianza.
Si bien, en el aquel tiempo, hubo
grandes limitaciones ideológicas al no considerar a los mapuche desde la
perspectiva de sus derechos históricos y ancestrales, primando la concepción
campesinista, hay algo que debemos destacar como experiencia, y es que dicha
política estuvo dirigida, principalmente, en contra de importantes latifundistas
comprometidos con la usurpación histórica del territorio mapuche a quienes se
les expropió las tierras sin otorgarles ningún tipo de pago o en algunos casos
ínfimas compensaciones, siendo obligados a replegarse, lo que constituyo un
acto de justicia y reparación histórica.
Completamente opuesto a este proceso
es el sistema de compras de tierra que ha llevado adelante la Concertación y la
Alianza a través de la CONADI, un verdadero retroceso que se explica por lo que
significó el Golpe de Estado y con él la imposición del modelo neoliberal, razón
por la cual los distintos gobiernos de turno han actuado en consecuencia. Por
esta razón han evitado la restitución de predios estratégicos, entregando
tierras en otros lugares, generando con ello la división de las comunidades y
la dispersión de estas, sin embargo, cuando esto ha vuelto imposible debido a
la lucha de las comunidades, han premiado a los usurpadores con exorbitantes
precios por los predios.
Por lo anterior, consideramos que
dicha política, ha sido cuantitativamente insuficiente frente a la demanda
mapuche, pero lo más grave, es que en términos cualitativos, esta política ha
reafirmado al sistema capitalista en el Wallmapu.
Es decir, los ricos que usurparon
nuestros territorios , que explotaron indiscriminadamente, que en algunos casos,
entregan los terrenos diezmados, nunca pagaron impuestos o tributaron en la
zona, hoy ya no son objeto de expropiaciones, si no al contrario, se les paga
sumas millonarias de hasta tres veces el valor de la tierra.
Nosotros como CAM siempre hemos
señalado que éste tipo de restitución de tierras, restringida en cuanto a
devolución territorial y en base al pago de especulativo de los predios, está
lejos de significar justicia para el pueblo mapuche, puesto que el conflicto se
soluciona en los marcos del sistema capitalista y no a través del control
territorial mapuche.
Esta forma de resolver los conflicto
territoriales no es la forma planteada en el Proyecto Político Estratégico de
la CAM, sobre todo cuando vemos que dichas compras de tierra van acompañada de
un sinnúmero de proyectos, como ocurre en el contexto de las ADI, cuya función
es poner este supuesto “territorio recuperado” y los territorios mapuche en
general, a producir bajo las mismas lógicas de mercado, es decir, en función
del sistema capitalista.
Efectivamente, hoy nos encontramos
con distintas experiencias capitalistas al interior de los predios comprados
por CONADI, como la producción de lupino, de arándanos, entre otros. Como CAM
somos enfáticos en señalar que un predio comprado por CONADI en base a la
especulación, desarrollado a través de la intervención de proyectos del Estado
Chileno para su explotación, no es un territorio liberado y no es un territorio
recuperado para la reconstrucción de nuestro Pueblo Mapuche, por lo tanto, no
podemos hablar de Control Territorial.
A su vez, existe otra realidad, en
que comunidades asumen compromisos de venta de parte de las forestales, a través
de CONADI, con el compromiso previo de que estos bosques deben ser primero
explotados. En este sentido, se debe explicar que hay zonas que por las
movilizaciones de las comunidades y las acciones de los ORT, las forestales
han debido abandonar los predios pues se han visto imposibilitadas de reinstalar
faenas para la cosecha de los bosques, por parte de contratistas externos a las
comunidades, por lo cual se han visto en la necesidad de cooptar a mapuche para
cumplir dicha función. Al respecto el objetivo de la CAM es que las
comunidades ingresen a los fundos y tomen posesión de estos a través de las
recuperaciones productivas, de manera autónoma, y no terminen trabajando para
las forestales.
No se puede hablar de recuperación
territorial si el predio forestal se sigue explotando bajo una lógica
capitalista y en donde la empresa se lleva las ganancias, sólo porque los
contratistas son mapuche.
Es decir, estamos frente a
experiencias y resolución de los conflictos territoriales cuyas condiciones y
rayado de cancha las pone el estado y el empresariado y no el Pueblo Mapuche. Es
lamentable que después de años de lucha y resistencia, de ejercicio del control
territorial, algunos sectores y comunidades terminen aceptando las condiciones
del sistema y poniendo nuestro territorio al servicio de éste. En este tipo de
experiencias gana el Estado Chileno y la oligarquía, porque se termina un
conflicto, gana el latifundista que se queda con millones para comprar el triple
de tierras o invertir en otros negocios y gana el sistema capitalista porque se
da continuidad a la explotación de la tierra y los recursos naturales, el único
que pierde es el Pueblo Mapuche en su concepción de vida.
Esta realidad, vuelve a confirmar
nuestra apreciación de que continuamos siendo un pueblo ocupado por el estado
Chileno y nuestro territorio sigue al servicio de los intereses de los grandes
grupos económicos. No debemos analizar idealistamente los procesos pues esto nos
lleva a la confusión. Nuestra lucha no puede terminar siendo capitalizada por el
propio sistema al que nos domina, es fundamental transformar los predios
recuperados en territorio mapuche liberado.
Las políticas de entrega de tierras
y sus programas pueden servir, en algunos casos, como mecanismos de resolución
de nuestras demandas históricas pero en ningún caso pueden definir nuestros
objetivos como Pueblo. Hay que tener claro que estas responden a un contexto
histórico e ideológico y a los propios intereses de quienes las
aplican.
Es por tanto un desafío de nuestro
pueblo dar continuidad a la resistencia histórica que nos ha caracterizado por
siglos y que en la actualidad se expresa en la lucha de las comunidades en
conflicto y los órganos de resistencia, lo que ha significado que nos
transformemos en uno de los polos de conflicto más importante de la realidad
nacional.
Nessun commento:
Posta un commento